Socatoba trabaja por series, lo cual es una excelente manera de exprimir sus intereses a partir de una idea, una simbología y unos recursos pictóricos propios. Esta es su manera de entender la creación, que más que en la búsqueda de objetivos se recrea en las posibilidades, tanto conceptuales como narrativas, de un tema contado por capítulos.
Décadas de feminismo fluyen en su trabajo, y también lo hacen otros universos (más que movimientos) de la historia reciente del arte como el surrealismo o el simbolismo. De todo ello recoge las líneas más relacionadas con el misticismo, el cuerpo o la invocación a lo espiritual. Yo creo que Socatoba ya no pinta: ella hace magia con sus obras de arte. Una magia de sanar, de operar cambios en la realidad a partir de lo simbólico.
Recorramos juntas varias de las series de esta artista. En los dibujos a carboncillo de Animal Darkness los cuerpos humanos se funden con máscaras de cabezas animales. Algunos personajes están en reposo y otros en actitudes hostiles o incluso violentas entre ellos. Aquí hay una reflexión sobre el ser humano como animal y sobre sus relaciones interespecie. La figura humana muestra su actitud dominadora sobre el resto de criaturas - la oscuridad del amimal humano es atravesada y desdibujada por líneas ondulantes que contradicen esa tendencia oscura y dominante. Las formas orgánicas muestran la relación entre todas las especies, y pueden simbolizar la unión y la simbiosis que se genera entre todo lo vivo, mostrando que vivimos en un sistema totalmente interconectado.
Esta dualidad, que no antagonismo, entre seres vivos humanos y no humanos se sigue desarrollando en la serie de pinturas Inner Landscapes. Aquí los personajes humanos tienen ya no sólo la cabeza sino también las extremidades animales. Es como que la animalidad se va apoderando de esos cuerpos y las cualidades más depredadoras se potencian. Las figuras se relacionan entre ellas o con animales no antropomorfos en situaciones tensas con una carga violenta, más o menos explícita, y de dominación.
Una de las series de Socatoba, sin embargo, parece salir de esta línea de trabajos, aunque utiliza algunos de los recursos más característicos y personales de sus obras. Se trata de 49 maneras de dibujar a una madre. En ella representa a Rosario, su propia madre, a través de dibujo y vídeo. En los dibujos no ofrece su rostro o su figura completa, el cuerpo aparece oculto, fragmentado, o emborronado como si nunca pudiéramos acceder a la totalidad de su ser, como si por mucho que lo intentemos nadie, ni los hijos, -mucho menos los hijos-, pudiéramos llegar a comprender del todo a otro ser. Como si no hubiera un sólo retrato posible, por eso realiza cuarenta y nueve. Como si cualquier otra manera de intentar retratar a la propia madre se quedara en el estereotipo, nunca en la compleja totalidad de la personalidad e historia individual de aquellas que nos gestaron, alumbraron y criaron lo mejor que pudieron, o más.
En algunos dibujos Rosario se funde con el entorno como si se fundiera en el paisaje emocional de la artista, en otros aparece atravesada como una Dolorosa, rodeada o soportando enormes rocas, como esa mochila que llevamos cargadita de piedras, que decían los Ojos de Brujo. Hay unos cuantos dibujos en los que el vientre está emborronado, y en aquellos que le enfocan, no deja de llamar la atención la cicatriz vertical que le raja, la cesárea. En otros el retrato es más psicológico, como aquellos en los que los pensamientos de fondo parecen una negra nube, o en los que acuna una muñeca en homenaje de una infancia demasiado corta. 49 maneras de retratar a una madre y de establecer reparaciones y relaciones con ella.
En The End of Nature, Socatoba despliega una serie de imágenes muy contundentes y detalladas sobre la devastación de la naturaleza provocada por la acción humana. Animales muertos, guerra, contaminación, desastres naturales, hongos de bomba atómica. Lienzos que nos recuerdan que la espectacularización de la violencia nos inmuniza contra ella y que no deja de ser terrible por mucho que nos hayamos acostumbrado a ella.
Y como reactivo, la artista propone la serie From Darkness to Light. Aquí empieza la magia. Socatoba propone, a la manera simbólica, que mediante el acto creativo el desastre se convierta en energía para propiciar el cambio. Pero es que el plano de lo simbólico procede del plano de lo real, o quizás incluso le antecede. La artista llama hacia la responsabilidad que tenemos de imaginar, y con ello generar cambios, en los futuros posibles, alternativos a la realidad presente que nos había mostrado en The End of Nature. Y en esta serie realiza un ejercicio de transposición de la serie anterior, utilizando recursos pictóricos a modo de hechizos, como el color en gamas antagónicas a las usadas en esa serie anterior, la inversión, o la ocultación e intervención iconográfica. También se sirve de la inserción de formas como el triángulo, símbolo de armonía y de la unidad entre lo sagrado y lo terrenal, o de los rayos como símbolo de luz y conocimiento, como el rayo que ilumina de sabiduría a las poetas místicas.
Y esta luz creadora, el rayo de iluminación mística, y la transmutación de la energía masculina en femenina, es de lo que se sirven sus trabajos más recientes: Personal Connections/Warriors of Light. Las guerreras de la luz parten de figuras de prohombres, situados en pedestales en el espacio público, devenidos en personajes femeninos que iluminan y esclarecen, que transforman la energía destructora que caracterizaba a esos señoros, en energía creadora y ancestral. En los cuadros hay flores gigantes, propias de la naturaleza o de la madre Tierra, de nuevo rodeadas de la forma geométrica triangular que conecta cielo y tierra, lo divino y lo humano. Así se crea la fórmula alquímica para lograr el equilibrio y la reparación al maltrato que hemos inflingido, no sólo al planeta y todos sus inquilinos, sino también a nuestra propia especie.
Y, en un gesto totalmente consecuente, la artista ha creado también su propio Tarot, en la línea de otras artistas que navegaban en las corrientes del surrealismo como Leonora Carrintong o Dalí. Un Tarot donde los arcanos son figuras femeninas, que recurren a la iconografía simbólica, no representativa, que utiliza Socatoba: el cabello, las formas ondulantes que conectan figuras o los rostros ocultados.
El tarot es conocimiento y acceso a la verdad a través de vías intuitivas, no académicas. En lugar de mirar hacia fuera, el tarot te hace mirar hacia dentro, cerrando los ojos para leer la realidad. La artista apela a esa vía de acceso a saberes ancestrales y no normativos. Un intento de comprender el mundo alejado de la racionalidad que nos inculcó la ilustración y la modernidad.
El trabajo de Socatoba se desarrolla, desde hace mucho tiempo, en sintonía con líneas que en los últimos años se están institucionalizando en lo que podemos llamar un “giro místico” en el arte actual, como lo prueba la exposición central de la última Bienal de Venecia (2022). Este giro, en el cual se puede inscribir a la artista en pleno derecho, es una interesante y sanadora reacción ante un mundo cada vez más complejo. En oposición a las recetas fáciles que ofrecen los populismos más derechones, el sotacaballorey, la huida hacia delante o la vuelta atrás; las respuestas, como propone Socatoba, se deben buscar en otro lugar. Como dicen sus cartas del Tarot: “Somos luz, trabaja con nosotras siempre desde el corazón” La luz desvela esas verdades, ancladas en nuestro interior más profundo, que si las enunciamos y dejamos salir, harían del mundo un lugar mejor.
Pilar Cruz
Comisaria independiente, gestora cultural, crítica de arte